lunes, 10 de diciembre de 2007

Seguro que disfrutarás Carlos....

Al día siguiente mi cuerpo se defendía con un dolor de estomago ("eso son los nervios oye!!"). Pero el destino quiso que cayera una estupenda nevada que provocó que mis acompañantes (Bárbara, su hermano y un amigo) me calentaran lo suficiente como para ignorar los avisos de mi cuerpo y lanzarme a un segundo día de esquí de montaña (Carlos, hoy disfrutarías...). La copiosa nevada adorno el paisaje. Nos dirigimos a la zona de los Brazatos en busca de mas cantidad de nieve. Craso error. A pesar de nevar abundantemente, no había pasado el tiempo suficiente como para que el manto se asentara. Consecuencia: otro "fantástico descenso", esta vez sobre nieve hueca, entre árboles, con unos zaborros escondidos bajo la blanca sustancia que arrancaron de mi los mas primarios rugidos y los mas elevados improperios. Recordaros mi nivel de esquí de seudo principiante con el consiguiente nulo control en aquel terreno. Solo deciros que opté por bajar con las focas puestas. En esta ocasión las galletas fueron bastante mas "artísticas" lo que provocó alguna sonrisita de mis acompañantes acrecentando todavía mas mi cabreo.


He aquí una prueba de lo que cuento. Las orejas no son la mejor superficie para deslizarse.


La Canal Roya. Estas nubes presagiaban lo que iba a pasar durante el descenso. Desde el Cuylaret empezamos a bajar una pala que con cierto nivel de esquí (no era mi caso por aquel entonces) se puede superar sin demasiada dificultad. Una capa de nieve costra provocaron que en la bajada esquiara con todo mi cuerpo menos con lo esquís. Juramentos, galletas, mas juramentos, mas galletas,... un día para disfrutar. Era diciembre del 2003.

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