viernes, 30 de mayo de 2014

Dos años...

Desde siempre la gente que subimos al monte, al llegar a la cumbre, nos gusta observar lo que queda debajo de nosotros. Al norte, al sur, al este y al oeste. Escrutamos con interés cualquier detalle del paisaje que nos ayude a almacenar el momento en nuestra memoria. Yo también soy de esos... y es verdad que desde lo alto es más fácil divisar mucha más parte del terreno que nos rodea. Eso nos hace sentirnos un poco más grandes (o más pequeños?)... pero desde hace dos años tengo una nueva costumbre. Siempre que alcanzo el punto más elevado, miro al cielo. Intento apartar con la mirada las nubes para que mis pensamientos vuelen mejor. Es agradable. No hay obstáculos. Sé que mis palabras imaginadas llegarán a donde quiero que lleguen. Sin duda. Arrastradas por el viento.

Nublo, te echamos de menos...