domingo, 12 de enero de 2014

Divagaciones.

Chera, formamos un gran equipo.
El día de hoy me ha servido para corroborar algo que ya sabía... lo que pasa es que a veces soy capaz de dudar hasta de mi mismo... Elegir tus acompañantes en una actividad de montaña es algo que responde a muchas variables. Las preferencias serán las que decidan que perfil es el ideal para cada uno a la hora de hacer dichas elecciones. Personalmente mis gustos en este aspecto se han ido decantando definitivamente hacia la elección de compañer@s con los que te entiendas y en quien puedas confiar. Si a esto añadimos una buena dosis de amistad y de clarividencia sobre cuales son tus/sus metas deportivas y en que circunstancias estás/están dispuesto a renunciar, las posibilidades de frustración se reducen bastante.
Sin embargo hay algunas cosas en las que me gusta no sentirme defraudado. Cuando voy en grupo a hacer la actividad que sea, lo hago por que me gusta compartir con alguien lo que dicha actividad nos ofrece, por que el ir en grupo hace que el grado de seguridad aumente y por que al ir en grupo se aprende. Si, se aprende: el débil del fuerte y fuerte del débil. Lo que pasa es que el grado de fortaleza suele ser inversamente proporcional a lo fuerte que se dice que es. Creo que no me equivoco al decir que prefiero a los montañeros/personas que tiene la fortaleza de decir cuales son sus debilidades... y es que parece ser que hay deportistas que son sólo eso, deportistas cuyo único objetivo es alcanzar la cumbre y se olvidan de todo lo demás.
Hay aspectos que me enseñaron hace años aquellos que sabían más que yo que conforman la personalidad de un montañero. Uno de ellos es la solidaridad. Ayudar a alguien con dificultades aunque sea un desconocido es, en mi humilde opinión, vital,... por su puesto el logro deportivo pasa a un plano secundario.

El día de hoy me ha servido para corroborar algo que ya sabía... A pesar de todo, ha sido un "perfecto día de montaña sin cumbre".